domingo, 18 de noviembre de 2012

educación sentimental V




"Con la niñera de mi hija estando una noche en el baño, después de haber permanecido ahí durante un tiempo sospechosamente largo, comencé a pensar ciertas cosas. Decidí espiar por el ojo de la cerradura y comprobar por mí mismo qué sucedía, para mi sorpresa estaba parada frente al espejo acariciando su pequeño gatito, casi hablándole. Me excitó tanto que al principio no supe qué hacer. Volví a la habitación, apagué las luces y me acosté en la cama, esperando que ella saliera. Mientras estaba acostado ahí todavía podía ver su sexo peludo y los dedos que parecían tamborilear sobre él. Me abrí el pantalón para que mi miembro se refrescara en la oscuridad. Traté de hipnotizarla desde la cama, o por lo menos hacer que mi miembro la hipnotizara. Vení acá puta, me repetía, y poné ese sexo sobre mí. Debe haber recibido el mensaje inmediatamente, porque un instante después se abría la puerta y tanteaba en la oscuridad para encontrar la cama. No dije una palabra, no hice el menor movimiento. Sólo mantuve mi mente fija en su sexo, que se movía silenciosamente en las tinieblas como un cangrejo. Finalmente estuvo al lado de la cama. Ella tampoco dijo una palabra. Solamente se quedó ahí silenciosa y cuando yo deslicé mi mano entre sus piernas movió un poco su pie para abrirlas. No creo que jamás haya tocado algo más jugoso en mi vida. Era como un engrudo corriendo por sus piernas y si hubiera tenido carteles hubiera podido pegar una docena o más. Después de unos momentos, tan naturalmente como una vaca inclina su cabeza para pastar, ella se inclinó y lo tomó en su boca. Le introduje cuatro dedos, frotándola hasta sacarle espuma. La boca de ella está llena y el jugo se le derramaba entre las piernas. No dijimos una palabra. Sólo un par de maníacos trabajando pacíficamente en la oscuridad, como sepultureros. Era una paradisíaca manera de hacer el amor."

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